miércoles, 20 de noviembre de 2013

Consecuencias del maltrato infantil II



APEGO:

El apego puede considerarse como un lazo afectivo (Vínculo) cuya característica fundamental es la tendencia a lograr una cierta proximidad hacia la persona. El apego es fruto de una interacción social en la que ambos, niño y cuidador son elementos activos. La mayoría de los niños establecen vínculos con sus figuras de apego, independientemente de las variaciones y deficiencias en el cuidado parental. Sin embargo, estos vínculos varían en calidad.

Apego ansioso-desorganizado

Es uno de los cuatro tipos de apego existentes de manera generalizada, y éste, el 
apego ansioso- desorganizado, es el que se ha demostrado que más se ajusta a los niños 
que sufren malos tratos, se relaciona con las diferentes formas de maltrato infantil,
 físico o emocional dentro del sistema familiar.

Los estudios realizados con niños maltratados encuentran, por el contrario, que la
 inmensa mayoría (entre un 70% y un 100%) son clasificados como apego inseguro.


La seguridad en la relación de apego contribuye a desarrollar expectativas positivas de uno mismo y de los demás, que ayudan a: aproximarse al mundo con confianza, afrontar las dificultades con eficacia, obtener ayuda de los demás o a proporcionársela. 


Por el contrario, cuando el adulto no está disponible para el niño o cuando responde
 de una forma inadecuada a sus demandas de atención, éste aprende que no puede
 esperar cuidado ni protección, desarrolla una visión negativa del mundo como 
desagradable e imprevisible, y se acostumbra a responder con retraimiento o con 
violencia. Reduce su capacidad de adaptación a la adversidad.


El apego es uno de los factores más determinantes para el desarrollo de las personas
 desde el momento de su nacimiento. Los sucesos que transcurran durante los primeros 
años de vida de las niñas y niños son vitales para determinar los futuros patrones de 
conducta, y sus futuras relaciones sociales e interpersonales. El apego es un 
factor fundamental, pero no el único, y también cabe señalar que no se ha demostrado
 que sea imposible de modificar pero sí que es muy difícil, en ciertas ocasiones se 
puede corregir o neutralizar algunos de los rasgos de los estilos de apego ansiosos pero
 con ayuda de otras personas. El apego se forma en los primeros meses y años de vida, 
por lo que una niña o niño que presencie los acontecimientos de violencia en edades 
más tardías no afectará a su estilo de apego ya que le tiene forjado, siendo está
 situación distinta a la de una persona que acaba de  nacer o se encuentra en sus
 primeros meses o años de vida.


AUTOCONCEPTO: Las niñas y niños que son maltratados presentan diferencias en su autoconcepto en comparación a las niñas y niños que no lo sufren. La imagen que tienen de sí mismos/as es más negativa que los niños y niñas que no han sufrido maltrato.


AUTOESTIMA: la situación de violencia deteriora el concepto que las víctimas tienen de sí mismas y de su capacidad de autoestima. La violencia es una situación destructiva para su autoestima y los hace sentir sumamente culpables porque están enojados con sus padres y porque siempre albergan la idea de que son ellos los que han causado los problemas.



Según la edad, las consecuencias de la violencia son diferentes, y a su vez, estos 
pueden identificarse a través de indicadores conductuales, emocionales, físicos,
 cognitivos y sociales.

Síntomas de estrés postraumático: Insomnio Pesadillas recurrentes Fobias Ansiedad Re - experimentación del trauma Trastornos disociativos.

Respuestas emocionales y de comportamiento

Rabia. Cambios repentinos de humor. Ansiedad. Sensación de desprotección y vivencia del mundo como algo amenazante. Sentimientos de culpa (ser el responsable de los conflictos entre sus padres o de lo ocurrido o de no haber hecho algo para evitar la violencia). Dificultad en la expresión y manejo de emociones. Negación de la situación violenta o restar importancia a la situación vivida.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Consecuencias del maltrato infantil I



Este artículo forma parte de mi proyecto final de máster, elaborado tras mi experiencia laboral en el servicio municipal de atención a niños y niñas que han sufrido violencia machista.

Consecuencias del maltrato
La violencia altera el desarrollo de los menores tanto a corto, medio y largo plazo en diferentes esferas de sus vidas. La infancia expuesta a la violencia de género  presenta una serie de alteraciones superponibles al patrón descrito otras formas de maltrato.
Los y las profesionales señalan que los efectos que provoca esta situación en los 
menores depende de aspectos tales como  la mayor o menor cantidad de tiempo que 
en niño o niña estén expuestos a las situaciones violentas; el tipo de violencia que 
sufre (física, emocional tanto directa como indirecta, etc.); la edad del menor; la
 relación paterno-filial y la posibilidad de recibir, o no, ayuda especializada 
(Ángeles Espinosa, 2004). De tal modo, estas variables determinan que las consecuencias 
sean más o menos graves. 

En el caso de las hijas e hijos, víctimas de la violencia de género, es difícil que integren estas experiencias en sus esquemas personales, es decir, no reevalúan la situación de igual modo que un adulto, ya que ellas y ellos se encuentran en una fase de su desarrollo personal en el que están forjando ese ideario de valores, es decir, los cimientos sobre los que se basa su personalidad no están todavía creados, sino que se van elaborando con las vivencias que acontecen durante su desarrollo. Por ello, el desconcierto que les produce estas situaciones traumatizantes, hace que no sean capaces de discernir con claridad en muchas ocasiones, el alcance de la gravedad de las situaciones que viven, y al darse estas situaciones de continua violencia dentro de su hogar, el lugar en el que se deberían de sentir protegidos, en el lugar donde han de forjar su personalidad, donde han de aprender a ser personas, hace que se sientan aún más confundidos, y que no sepan encajar dichas situaciones dentro de su esquema personal, haciendo el afrontamiento del trauma aún más difícil.



Es por ello que son frecuentes las sensaciones contrapuestas; desde lo afectivo encontramos la alternancia de sentimientos tristeza-euforia, miedo-rabia, autocompasión-culpa, a nivel de pensamiento al víctima revive una y otra vez el suceso traumático por lo que lo comportamental se altera de tal modo que aparecen conductas de evitación ante estímulos concretos asociados al suceso (coordenadas espaciotemporales, determinados lugares, objetos, etc.) , que pueden llegar a limitar de forma importante su vida cotidiana.
(...)
 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Educar con Inteligencia Emocional (I)

Durante las próximas semanas iré escribiendo varias entradas en el blog sobre la educación e inteligencia emocional; qué es; por qué es importante desarrollarla dentro del contexto familiar; recomendaciones para trabajar con vuestros/as hijos/as y con vosotros/as mismos/as.

La educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con el objetivo de capacitarle para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social (Bisquerra, 2002). La educación emocional es un forma de prevención; prevención que pretende minimizar la vulnerabilidad de la persona a determinadas disfunciones como el estrés, la depresión, la impulsividad, agresividad,...
Entre otros objetivos, la educación emocional pretende: 
  • Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.
  • Identificar las emociones de los demás.
  • Denominar a las emociones correctamente.
  • Desarrollar la habilidad para regular las propias emociones.
  • Subir el umbral de tolerancia a la frustración.
  • Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas.
  •  Desarrollar la habilidad de generar emociones positivas.
  • Desarrollar la habilidad de automotivarse.
  • Adoptar una actitud positiva ante la vida.
  • Aprender a fluir.

La familia es el entorno por excelencia para que se dé el desarrollo de competencias emocionales. Se crean fuertes lazos emocionales entre padres/madres e hijos/as que hacen que todos puedan aprender a ser emocionalmente inteligentes con el objetivo de conseguir vivir todos en plenitud y bienestar.

La familia es una oportunidad idónea para el desarrollo de competencias emocionales. En las relaciones interpersonales es inevitable el conflicto. La gestión positiva de los mismos es un aprendizaje importante que se inicia en la familia. Además de contribuir a que los hijos e hijas sean más inteligentes emocionalmente.

Por ello los padres y madres deben ejercer de referentes para ayudar a desarrollar las competencias emocionales de sus hijos e hijas. Lo primero es empezar por uno/a mismo/a; los padres y madres son los primeros que deben desarrollar su inteligencia emocional. El primer paso en el desarrollo de las competencias emocionales es tomar conciencia de nuestras emociones.










jueves, 5 de septiembre de 2013

O DEPORTE NOS NENOS E NENAS CON PROBLEMAS DE CONDUCTA.



É un feito común que na asistencia psicolóxica con nenos e nena, moitos pais e nais pregunten ata que punto é adecuado ou desaconsellable a práctica dunha determinada actividade deportiva ou recreativa para o seu fillo/a, ben porque padece algunha dificultade emocional ou ben porque ten dificultades en controlar os seus impulsos ou ten problemas na súa socialización.

O xogo, especialmente entre os nenos e nenas, refírese a calquera actividade física que sexa divertida e implique participación. Polo xeral, carece de estrutura e non está dirixido por un adulto, sendo fundamental para o desenvolvemento físico, emocional e social do neno. Os xogos quedan encadrados baixo unhas características xerais propiciadas polo desenvolvemento evolutivo do neno. O deporte definímolo como unha actividade de tipo físico, regulamentada e codificada, implica regras ou costumes e, a miúdo, competencia. A recreación é máis organizada que o xogo, e case sempre consiste en pasatempos activos dende o punto de vista físico.

Pártese da premisa de que o deporte, formulado dende un deseño pedagóxico axeitado, resulta xerador de valores sociais e persoais moi positivos. A súa práctica grupal e individual contribúe á formación integral da persoa.

Pódese afirmar que o deporte é educación, xa que ten asociados uns valores que son esenciais na formación da personalidade e de lles habilidades sociais, como son, tolerancia, solidariedade, esforzo, sacrificio, respecto aos outros e ás normas, espírito de equipo, xogo limpo, compromiso, forza de vontade, autoestima, perseveranza e, como linguaxe universal, é unha fonte de coñecemento.

Son coñecidos os beneficios, a nivel emocional, da práctica do deporte en nenos e adolescentes:
1. Axuda á súa socialización
2. Ensina a seguir regras
3. Axuda a superar a timidez
4. Frea os impulsos excesivos
5. Fai máis colaborador e menos individual
6. Fai recoñecer e respectar que existe ou pode existir alguén que sabe máis
7. Ensina a ter responsabilidades

Os nenos e nenas gozan do deporte polas recompensas intrínsecas que proporciona: pracer e diversión, aceptación polos compañeiros, a excitación da competición, a experiencia dos elementos que compoñen o xogo e a sensación de benestar.
As recompensas extrínsecas, como os trofeos, son moi secundarias á satisfacción que reciben os nenos e nenas pola súa participación con outros nenos e nenas na situación de xogo
Pero tamén é certo que a práctica deportiva, tanto nos seus adestramentos coma en competición, pode ser o escenario onde se expresen, de distinto xeito, os problemas e dificultades do neno ou nena, e este é un elemento de suma importancia a ter en conta para poder individualizar as indicacións dunha práctica deportiva axeitada.
 
Se crea o hábito da práctica deportiva dende a infancia temperá, pode que se aforren problemas cando o neno/a ingrese na adolescencia. O deporte axuda aos nenos e nenas a desenvolverse física e mentalmente, a estar sans e a relacionarse dunha forma saudable con outros e outras. Estar en forma é estar sans. E esta é unha regra xeral.
Do mesmo modo que os adultos, os nenos deben encontrar e practicar un deporte que lles guste. Ao principio pode custar iniciar e seguir o ritmo, pero se o neno/a conta co apoio, a determinación e a seguridade dos pais, todo camiñará.

Non se pode esquecer que os máis pequenos deben facer exercicio que lles divirta á vez. Desta forma, notarase un aumento na súa autoestima e a perda dalgún medo que poida existir. O deporte axudará a ter máis confianza nun mesmo e a relacionarse mellor cos demais

Máis información: http://faros.hsjdbcn.org/

jueves, 22 de agosto de 2013

El Efecto "Pigmalión"

El efecto pigmalión, también conocido como las profecías autocumplida.
 El origen del efecto pigmalión está en la mitología griega, Pigmalión era un escultor que acabó enamorándose locamente de una de sus obras llamada Galatea. Tal fue el amor que le procesaba a su escultura que la diosa Afrodita la convirtió en una mujer de carne y hueso. Este mismo argumento es el que siglos más tarde fue utilizado en el cuento infantil que a muchos os sonará llamado Pinocho, en el cual el muñeco de madera cobra vida gracias al amor de Gepeto.
Este mito fue el origen del nombre del efecto pigmalión y representa muy bien la idea de las profecías autocumplidas.

 -Efecto Pigmalión y el etiquetado-
 
Esto ya lo pusieron de manifiesto Rosenthal y Jacobson en su investigación (1968), con el llamado “Efecto Pigmalión”.  Resumidamente, lo que Rosenthal y Jacobson hicieron, fue elegir al azar a unos estudiantes, y aunque éstos habían sido elegidos azarosamente, dijeron a los profesores que unos tenían mayores capacidades intelectuales que otros. De esta manera, se comprobó, que efectivamente los resultados del grupo que se suponía poseía unas mayores capacidades intelectuales, fueron mejores que los del otro grupo.

Todo esto pone de manifiesto que nuestras expectativas afectan al modo en que nos comportamos ante determinadas situaciones, y así actúan las etiquetas que les asignamos casi de manera inconsciente a los /as niños/as.
Cuando denominamos repetidamente a un / a niño /a de una determinada manera, termina por asumir que es así. El etiquetar a un/a niño/ a, le va a llevar a comportarse según los dictámenes de esa etiqueta que va a terminar asumiendo, pero no sólo eso, sino que además, el resto de adultos y niñ@s que vayan conociéndole y sepan de la existencia de esa “etiqueta”, serán susceptibles de caer en el sesgo de observar únicamente, los comportamientos que éste emita y que sean descriptivos de ella, volviendo así al tema del “Efecto Pigmalión” (o profecia autocumplida).

Las personas más cercanas afectivamente al niño o niña (padres, familiares, profesores/as o amigos/as) son las que más influyen y potencian/dificultan la autoestima. Dependerá de los sentimientos y expectativas de la persona a la que se siente ligado afectivamente el niño/a. Si los sentimientos son positivos, el niño/a recibirá un mensaje que le agradará, se sentirá bien y como consecuencia le ayudará a aumentar la autoestima. Si los sentimientos son negativos, la sensación que el niño/a percibe le causará dolor y en definitiva, provocará rechazo a su propia persona y, por tanto, el descenso de su autoestima.


Es hora de poner fin a la implantación de etiquetas infantiles, tarea que han de abordar los referentes de niño o niña como son sus padres, familiares, profesores/as,...

Es necesario empatizar con los posibles errores que puedan cometer, como toda persona, haciéndoles entender que es humano y que los errores suponen grandes aprendizajes. Además es importante que los niños y niñas se sientan comprendidos y escuchados por sus referentes, para que se sientan libres de expresar lo que sienten, necesitan o piensan de manera que los podamos ayudar a trabajar sus debilidades y fortalezas.

Para fomentar la seguridad en nuestros hijos e hijas debemos: ACEPTARLOS COMO SON.
Puede ser que nuestro hijo/a haya defraudado nuestras expectativas. En este caso el problema es nuestro, porque tenemos dificultades de aceptarlo. Podemos pedirle que cambie algo de su comportamiento que no esté bien, pero no podemos pedirle que deje de ser como es. Aceptar no significa dejarle hacer lo que quiera «porque es así», significa reconocer sus características particulares, las que son propias de él, y valorarlas.