El próximo domingo 25 de noviembre se conmemora el Dia contra la eliminación de la violencia de género; pero ¿qué pasa con los niños y niñas que viven en este ambiente?
En los últimos tiempos,
en nuestro país, la violencia contra las mujeres está recibiendo una mayor
atención social e institucional respecto a etapas anteriores; siendo la Ley
Orgánica I/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra
la Violencia de Género un ejemplo de dicha atención. Asimismo existe una mayor
sensibilización con el fenómeno desde todos los ámbitos de la sociedad, de modo
que el estudio, la atención y la intervención con estas víctimas es mayor y más
efectivo.
A pesar de este panorama favorable, los hijos e hijas de las mujeres en situaciones de violencia de género todavía no han recibido una atención especializada e integral. La vivencia de la violencia de género en el ámbito familiar se ha demostrado que es también causante de efectos negativos para los hijos e hijas de mujeres víctimas. Independientemente de la edad de los menores, sufrir violencia de forma directa, tal como malos tratos físicos o emocionales, o de manera indirecta siendo testigo de la violencia que sufren sus madres tiene repercusiones negativas para el desarrollo evolutivo, emocional, cognitivo y social de los menores.
En España, hasta el momento, no se ha publicado ningún libro referido a niños y niñas víctimas de violencia de género. Tras un exhaustivo rastreo bibliográfico en las principales bases de datos de psicología social sobre el tema, apenas existen publicaciones en castellano, y en los escasos existentes siempre se repiten las mismas referencias bibliográficas. Tampoco se incluyen los datos sobre estas víctimas en los sistemas de recogida de información sobre la problemática; el único seguimiento estadístico que se realiza es a nivel de Comunidades Autónomas que señalan datos sobres los niños y niñas que residen con sus madres en las casas de acogida.
Save the Children (2006) publica un informe sobre la situación de estas víctimas en España y el enfoque generalizado de la protección y atención a los niñas y niñas es garantizarles la atención a través del apoyo de sus madres, no a través de medidas de apoyo psicosocial específicas y adaptadas a sus características y necesidades. En síntesis, los niños y niñas son tratados como objetos de protección y no como sujetos de derechos.
Formas de manifestación:
-Testigos:
presencian gran parte de los actos violentos, gritos, insultos, marcas físicas
de los golpes, perciben el terror de sus
madres y conocen la capacidad dañina de su padre por lo que es también una
amenaza para ellos.
Ser
testigo de violencia de género puede ser tan traumático para los niños/as como
ser víctima de abusos físicos o sexuales. De tal modo, los niños y niñas que han vivido o que viven
situaciones de violencia de género hacia las parejas, hacia sus madres, en el
ámbito familiar presentan alteraciones físicas, emocionales y conductuales; tal
que puede concluirse que viven una situación de maltrato infantil.
El menor sufre las consecuencias
psicológicas, en ocasiones físicas, de la violencia continuada ejercida hacia
la madre. De modo que la violencia profesada directamente hacia la mujer,
también puede ser directamente ejercida hacia el menor.
Consecuencias del maltrato
La violencia altera el desarrollo de
los menores tanto a corto, medio y largo plazo en diferentes esferas de sus
vidas. La infancia expuesta a la violencia de género presenta una serie de alteraciones
superponibles al patrón descrito en otras formas de maltrato.
Los y las
profesionales señalan que los efectos que provoca esta situación en los menores
depende de aspectos tales como la mayor
o menor cantidad de tiempo que en niño o niña estén expuestos a las
situaciones violentas; el tipo de violencia que sufre (física, emocional
tanto directa como indirecta, etc.); la edad del menor; la relación
paterno-filial y la posibilidad de recibir, o no, ayuda especializada
(Ángeles Espinosa, 2004). De tal modo, estas variables determinan que las
consecuencias sean más o menos graves.
Según la
edad, las consecuencias de la violencia son diferentes, y a su vez, estos
pueden identificarse a través de indicadores conductuales, emocionales,
físicos,
cognitivos y sociales.
Síntomas
de estrés postraumático: Insomnio, pesadillas recurrentes, fobias, ansiedad,
re - experimentación del trauma y trastornos disociativos.
Respuestas
emocionales y de comportamiento
Rabia. Cambios repentinos de humor.
Ansiedad. Sensación de desprotección y vivencia
del mundo como algo amenazante.
Sentimientos de culpa (ser el responsable de los conflictos entre sus padres o
de lo ocurrido o de no haber hecho algo para evitar la violencia). Dificultad
en la expresión y manejo de emociones. Negación de la situación violenta o
restar importancia a la situación vivida.
¿Quieres conocer más sobre el tema? El próximo jueves 29 de noviembre, realizo una ponencia sobre el tema en Arcade.
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